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Diario de la erupción del San Juan, narrado por Carlo


              


Hoy es el 26 de julio de 1949

En las primeras horas de la mañana Rubens y Ramón se dirigieron al camino del Llano del Banco. Entretanto Rubens tenía un buen contacto con los militares y podía contar con apoyo. Alcanzaron el Magdalena al anochecer y descendieron por caminos conocidos en un paisaje irreal, sombrío y polvoriento.

El lago de lava se había solidificado en los límites que él mismo había creado. Después de unas semanas en las que hubo flamas salvajes con, por lo visto, inagotable energía todo parecía negro como una tumba. "Vamos para el otro lado", se decidió Rubens y ya había escalado la muralla de la parte norte. La estructura superficial, parcialmente filigranada, de la lava joven se desmoronó crujiendo bajo sus pasos - como un ruido extraño titilaba su marcha sobre el lago. ¿Todavía está caliente? quiso saber Ramón - "¡Ven y prueba!" Su voz parecía pequeña e insignificante. Ramón siguió el camino dejándose llevar por el presentimiento que viendo la huella que Rubens había dejado. "¡Mantén la cabeza en alto!" gritó Rubens desde el centro del lago. "¡Aquí todavía se origina calor! Ponte arriba de las puntas.

Rubens revisaba las estructuras y fotografiaba los detalles llamativos. Anotaba las posiciones en relación con la chimenea de abajo, que mientras echaba gases tenía su boca abierta. La grieta que estaba por encima del la última chimenea superior se había llenado de lava, pero la presión de las erupciones inferiores empujaban constantemente a las bajas masas ondulantes sobre el lago. "¡Por todos lados ves las huellas de su última respiración!" Rubens sostenía en lo alto pedazos de lava. "Éstos volaron hace poco sobre el lago hasta llegar acá. ¡Ven, vamos para arriba!" Subieron por el lateral, donde los había sorprendido la erupción de la chimenea superior, pero había mucho viento y empezaron a tener problemas respiratorios. Aunque tenían máscaras el riesgo de ahogarse era grande, y por eso bajaron nuevamente, atravesaron el lago y alcanzaron la chimenea superior del sur. La lava tenía que haber retrocedido hacía poco. El termómetro que pusieron hacia adelante mostró rápidamente más de cien grados.

"Quizás vuelve" quiso saber Ramón, pero Rubens negaba con gestos. "Aquí no, ha explotado, todo se quiebra y va a tapar el pasillo. Pero del otro lado - sí, ahí podría ser. Tienes que imaginártelo así: en la profundidad una ola de magma se mueve bajo la corteza terrestre, a lo largo de ésta, mayormente viene una segunda, hasta una tercera. Cuando por algún lugar hay un pasillo abierto hacia arriba, se llena todo de magma. Esto puede tardar años o también puede pasar muy rápido, y ahora se encuentra todo abierto, por eso puede subir algo, pero ya no más por acá. Luego hay tranquilidad.

Ramón tuvo la sensación de que la chimenea comenzaba a bufar y se puso a escuchar sobre una gran piedra. "Ya no gruñe más," rió Rubens, "¡vamos a subir!"

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Lava, de Bernhard van Riel

Mientras Carlo nos cuenta sus aventuras del San Juan, por las tardes giro la "Webcam" en dirección Cumbre Vieja, donde todo esto succedio.

Traducido del Alemán al Español por Silvina Masa


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